'El libro de la filosofía'

En plena época de cultura ADSL, aviñetada, con hashtags, de lecturas de spa y toda la pesca, un libro como el presente tiene mucho sentido. Cuidado, con ello no estoy minusvalorándolo: al contrario, El libro de la filosofía es un libro que puede conectar con las mentes con déficit de atención (incluso con las que la MTV les parece un muermo). Y eso es bueno: también la filosofía debe llegar a esas mentes, aunque sea en forma de introducción somera (luego ya habrá tiempo para profundizar; pero sin gancho, sin anzuelo, no hay quien mueva nuestros intereses hacia las abisales profundidades del saber). En ese sentido, El libro de la filosofía pudiera parecer, en una primer vistazo, la obra muerta de un barco (la que emerge sobre la línea de flotación, la más vistosa, según la jerga náutica), pero indudablemente funciona para acceder a la obra viva de la filosofía (lo que está bajo el agua, lo que hace posible la navegación, lo invisible pero sustancial). El paso previo para la filosofía slow es la filosofía fast. Y es lo que consigue El libro de la filosofía: un recorrido fast, vistoso como una bengala de colores, por toda la historia de la filosofía, jalonando la historia con anécdotas y charcarrillos, todo presentado con el apoyo gráfico de un semanario de domingo. Incluye gráficos que ayudan a comprender los conceptos filosóficos clave (más de 100), así como cronologías, biografías de los autores, relaciones de sus obras y frases célebres.