'El libro de la filosofía'

En plena época de cultura ADSL, aviñetada, con hashtags, de lecturas de spa y toda la pesca, un libro como el presente tiene mucho sentido. Cuidado, con ello no estoy minusvalorándolo: al contrario, El libro de la filosofía es un libro que puede conectar con las mentes con déficit de atención (incluso con las que la MTV les parece un muermo). Y eso es bueno: también la filosofía debe llegar a esas mentes, aunque sea en forma de introducción somera (luego ya habrá tiempo para profundizar; pero sin gancho, sin anzuelo, no hay quien mueva nuestros intereses hacia las abisales profundidades del saber). En ese sentido, El libro de la filosofía pudiera parecer, en una primer vistazo, la obra muerta de un barco (la que emerge sobre la línea de flotación, la más vistosa, según la jerga náutica), pero indudablemente funciona para acceder a la obra viva de la filosofía (lo que está bajo el agua, lo que hace posible la navegación, lo invisible pero sustancial). El paso previo para la filosofía slow es la filosofía fast. Y es lo que consigue El libro de la filosofía: un recorrido fast, vistoso como una bengala de colores, por toda la historia de la filosofía, jalonando la historia con anécdotas y charcarrillos, todo presentado con el apoyo gráfico de un semanario de domingo. Incluye gráficos que ayudan a comprender los conceptos filosóficos clave (más de 100), así como cronologías, biografías de los autores, relaciones de sus obras y frases célebres.

Margaret Oliphant nos habla de 'Una ciudad asediada'

Llevo bastante tiempo con ganas de hablaros de una editorial casi recién estrenada, Fábulas de Albión. Entenderéis que, con ese nombre y teniendo como símbolo una preciosa tetera, no me iba a ser indiferente. Quieren dedicarse a recuperar clásicos británicos, alta literatura para amantes de lo inexplicable, según dicen, y lo consiguen, vaya que sí. Llega ahora a las librerías Una ciudad asediada de Margaret Oliphant, el segundo título que publican. Por 19 euros será tuyo… ‘Una ciudad asediada’ comienza con un día normal en un pueblo inglés. Pero no, negros nubarrones comienzan a amenazar la ciudad, y, de repente, por medio de una terrible maldición, los muertos comienzan a levantarse de sus tumbas. De esta manera, estos zombies victorianos obligarán a los pacíficos habitantes a abandonar sus casas y comenzar una huida desesperada… No me digáis que no se os pone la carne de gallina sólo de imaginarlo…

Starz renueva 'Magic City' por una segunda temporada antes de su estreno

La verdad es que no entiendo demasiado qué es exactamente lo que impulsa a renovar una serie antes de su estreno, cuando no hay ni una sola garantía de cómo va a funcionar cuando se emita. Hoy nos llega la noticia de que Starz, la última cadena de cable premium en subirse al carro de las series, ha decidido renovar su nueva serie, ‘Magic City‘, para una segunda temporada de diez episodios antes de que la primera se estrene el próximo 6 de abril. ‘Magic City’, recordemos, es una serie ambientada en el Miami de 1959; una época en la que la ciudad de Florida vivió su máximo esplendor, pero también una de sus épocas más turbulentas. El argumento girará en torno a Ike, el dueño de uno de los mejores hoteles de la ciudad y su relación con la mafia, que le ayudó a montar su sueño. La serie está creada por Mitch Glazer y protagonizada por rey Dean Morgan y Danny Huston. Con el anuncio de esta renovación Starz parece confirmarnos que le salió lo suficientemente bien la jugada con ‘Boss‘. Ahora bien, ¿no es demasiada ambición por parte de la cadena? Vale, soy un detractor confeso de la serie de Kelsey Grammer, y quizás eso sea causante de que sospeche de movimientos como estos. Pero no es el único signo de confianza que Starz deposita en ‘Magic City’. El 30 de marzo la serie se preestrenará y durante los días siguientes se podrá ver en streaming los tres primeros episodios de la temporada (que consta de seis); todo buscando ese boca a boca que a veces resulta beneficioso. ¿Les funcionará a Starz?

'Contra el rebaño digital' de Jaron Lanier

Todavía se me dibuja una sonrisa en los labios cuando recuerdo aquella escena de El dormilón. Cuando Woody Allen, tras descubrir que se ha pasado doscientos años durmiendo, suspira y explica apesadumbrado que, de haberse pasado todo ese tiempo yendo a terapia, ahora ya casi estaría curado. Casi. Y es que estamos condenados a arrostrar todos nuestros líos mentales de por vida, por mucho que acudamos al terapeuta o al confesor. Y si logramos arreglar uno de esos líos (sea lo que sea lo que signifique eso), entonces generaremos otros nudos, como al intentar desenredar el cable de unos auriculares que han permanecido demasiados días dentro de nuestro macuto. Con el advenimiento de la tecnología, enseguida saltaron a la palestra las voces agoreras que defenestran cualquier novedad (los mismos que, disfrazados de luditas, tiraban piedras a los telares mecánicos; los mismos que creían que el horno microondas producía cáncer). Dijeron que las nuevas tecnologías de la comunicación nos convertirían en seres alienados, apáticos y autistas. Aún me estoy riendo. Y es que las nuevas tecnologías han demostrado en un tiempo récord justo lo contrario: ahora nos comunicamos más con los demás, también quedamos más en persona con los demás, e incluso los mundos alternativos como los de Second Life o World of Warcraft se han revelado como estupendos terapeutas para arreglar nudos mentales.